sábado, 18 de agosto de 2012

¿Qué comería mi superhéroe, manzana o papas fritas?



Cualquiera que tenga hijos o que haya visto a padres lidiando con hijos conoce todos los trucos que se hacen para que los menores se coman sus verduras, sus frutas y tomen su leche en lugar de tanto alimento frito y azucarado y bebidas gaseosas, sobre todo si están en un restaurante de comida rápida.
Frente al creciente problema mundial de la obesidad en la niñez, la industria de comida rápida y muchos otros restaurantes ofrecen opciones como delgadas rebanadas de manzana en lugar de papas fritas, pero cuesta mucho convencer a una criatura que seleccione la primera.
Pues bien, investigadores de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, obtuvieron resultados positivos cuando pusieron a una muestra de niños a considerar qué comerían sus superhéroes o personajes favoritos antes de servirle sus almuerzos.
La teoría es que con solo poner a los menores a pensar en la dieta de personajes admirables eso activaría asociaciones positivas hacia decisiones saludables en el comer y que, cuando se les presentara la opción de rebanadas de manzana o papas fritas, escogerían la primera.
Los resultados del estudio confirmaron la teoría y podría influir en cómo la industria de los alimentos promociona sus productos a los niños.

Neofobia alimenticia


El experimento lo lideró el profesor Brian Wansink, director del Laboratorio de Alimentos y Marcas de la Universidad de Cornell, con 22 niños entre los 6 y 10 años durante varios días consecutivos en un campamento de veraneo.
Antes de ciertos almuerzos se les presentaban 12 fotos de personajes reales o ficticios y se les hacía una simple pregunta: "¿Qué pediría esta persona, manzanas o papas fritas?"
Después de ese ejercicio, a la hora de hacer su propia selección, 45% de los niños pidieron acompañar sus almuerzos con manzanas, comparado a solo 9% que escogieron la fruta cuando no se les mostraron las fotos.
Las manzanas representan una ingestión de 37 calorías, mientras que las papas fritas aportan 227 calorías. "Con que coman una vez a la semana comida rápida, si cambian de papas fritas a manzanas, estaríamos ahorrándole a los niños un aumento de un kilo y medio al año", argumentó Brian Wansink.
No obstante, el doctor Wansink señala que no es tan fácil hacer que un niño escoja la comida más saludable. "Si un padre le dice al hijo 'cómete las manzanas', va a hacer todo lo contrario".
El investigador señala que tanto niños como adultos tienen la tendencia a comer, por defecto, lo que hayan comido antes.
"Es lo que se llama neofobia alimenticia: no comen comida que no les es familiar", explicó a BBC Mundo.
El fenómeno se manifiesta con todo tipo de comida, tanto saludable como no. "El niño que tome avena todas las mañanas, querrá siempre eso al desayuno. El que coma brócoli en la noche, es lo que querrá de cena. Si come fritas, pues, pide fritas", comentó.
"Buscamos interrumpir lo que automáticamente quisieran comer y que consideren otras opciones diferentes de una manera en que no hayan pensado antes".

Comida divertida


Esa sugestión la hacen no preguntando al menor lo que sería su selección habitual, sino que consideren lo que un personaje ejemplar comería. Al hacerlo, el menor empieza a considerar qué sería el alimento más apropiado y escogen siguiendo esa línea de pensamiento.
"Hasta los niños más pequeños tienen una noción de que lo que es bueno para la salud no es necesariamente lo que les apetece".
El secreto, dice el doctor Wansink, está en dejar que los niños asocien la comida con lo positivo, hacerla divertida. Señala que en los años 30, cuando la caricatura Popeye era muy popular, se hizo una encuesta donde los niños dijeron que el helado era su comida favorita pero su segunda preferencia era la espinaca. Popeye vencía a los villanos de la caricatura cuando consumía una lata de espinacas.
Esa manera de pensar no se limita a los menores. El académico dice que su laboratorio sigue la misma estrategia cuando trabajan con adultos que están a dieta.
"Cuando les presentamos la opción de pan o ensalada, les pedimos que piensen en alguien que ellos admiran y que se imaginen lo que comerían", expresó. "Eso les sirve en el momento de tomar mejores decisiones en su alimentación".

Acuerdos promocionales
Con el trajín de la vida moderna es difícil seguir una dieta balanceada para uno mismo y para sus hijos al tiempo que se intenta mantenerlos alejados de las opciones menos saludables.
En hogares donde los padres trabajan, la preparación de la comida se vuelve una carga más y algunas veces deciden no complicar el menú con la preparación adicional de verduras y ensaladas. O, lo que es más fácil, salen a un restaurante de comidas rápidas.
Como muchas marcas de comida rápida firman acuerdos con la industria del cine y la televisión, para que sus productos aparezcan en pantalla mientras fotos, afiches y figurillas de los personajes de las películas se distribuyen en los restaurantes, el doctor Wansink le planteó a la empresa McDonalds que esa asociación la hicieran en torno a la promoción de comida saludable.
"Cuando tengan uno de esos acuerdos promocionales podrían mostrar al héroe de la película con una manzana en la mano o un vaso de leche", propuso.
Sorprendentemente, la reacción de la compañía fue positiva y estudiarían la propuesta.
"A esa industria no le importa lo que coman los niños, lo que les importa es que coman en sus restaurantes y no en los de la competencia", afirmó Brian Wansink.