viernes, 2 de septiembre de 2011

El placer de comer aunque se esté a dieta

Para muchas personas, en particular para quienes están a dieta, la comida se ve con recelo y resulta muy difícil tener la suficiente fuerza de voluntad como para hacer frente a las innumerables tentaciones a las que se está expuesto a lo largo del día. Es tentador entrar en una panadería donde acaban de hornear, como también lo son los fritos recién elaborados en los mostradores de los bares y las comidas que se sirven en las distintas celebraciones (cumpleaños, reencuentros, comidas familiares...). Con el fin de no perder de vista lo importante que es tener una experiencia placentera con la alimentación, conviene tomar medidas para recuperar el gusto por comer, aunque se esté a dieta.

La vistosidad en la presentación del plato, la adaptación de las recetas más energéticas hacia otras igual de sabrosas pero más correctas desde el punto de vista dietético y el servicio de raciones pequeñas en vajilla de menor tamaño son propuestas que ayudan a disfrutar del placer de comer un capricho sin traumas ni inseguridades.

Son numerosos los ciudadanos que hacen dieta desde hace tanto tiempo, que han olvidado lo importante que es tener una experiencia satisfactoria y placentera con la alimentación. A menudo, les sucede que después de disfrutar de una comida o de un capricho se sienten culpables por lo que han comido. Por ello, si comer ya no es una experiencia placentera, conviene considerar la posibilidad de tomar distintas medidas para recuperar el placer de comer.

¿Qué deseo comer? Cuando se lleva mucho tiempo a dieta, lo habitual es pensar en qué se "debe comer". Sin embargo, es bueno para la salud emocional averiguar lo que realmente se desea y encontrar luego un momento especial en un día concreto para concederse el permiso de comer el alimento que resulta verdaderamente tentador y apetitoso, saborearlo con gusto y en pequeñas dosis. Las privaciones continuas conducen a una mayor ansiedad y esta incómoda sensación se acrecienta con el tiempo, más cuando se siguen dietas estrictas. Sentirse bien después de comer un capricho, sin que ello genere ningún tipo de trauma ni inseguridad, lejos de aumentar la ansiedad, es una buena terapia para mejorar el estado de ánimo y continuar con éxito la dieta.

Centrarse en la experiencia real de comer. Mientras se come, lo idóneo es prestar atención a la comida y experimentar con los sentidos los diferentes alimentos a medida que se prueban (el gusto, la textura, el aroma, la apariencia, la temperatura). Es la manera de sentirse satisfecho con la comida. De lo contrario, se termina por no sentirse saciado y se vuelve a tener la necesidad de comer como vía para encontrar la satisfacción. Comienza el círculo vicioso en el que no se tiene la fuerza suficiente como para hacer frente a las tentaciones.

Cómo conseguir que la experiencia de comer sea más agradable.

Saborear la comida. Para ello, hay que tomar tiempo para sentarse a comer despacio, sin prisa. Las papilas gustativas están en la lengua y no en el estómago. Por tanto, si se tiene costumbre de "devorar la comida" al comer deprisa, se pierde la oportunidad de saborear con gusto los alimentos.

Variar la dieta. comer una variedad de alimentos no solo es nutricionalmente interesante, sino que reporta una experiencia más satisfactoria del momento de la comida.

No llegar a la hora de la comida con demasiada hambre. Si es así, la necesidad biológica de obtener energía anula la capacidad de comer despacio y de saborear los alimentos.

Comer en un ambiente agradable y con buena compañía permite centrarse más en lo que se come y disfrutar de ello. Cuando se come en un tiempo escaso y en un ambiente de prisas, la satisfacción por comer disminuye, hasta el punto que, a las pocas horas, ni se recuerda qué se ha comido.
Trucos para superar las tentaciones
A los sentidos del gusto y del olfato se añade el de la vista, que influye, y mucho, para sentir placer por comer lo que gusta y apetece, aunque se haya adaptado la receta para hacerla más ligera o correcta desde un punto de vista dietético. Por ello, es fundamental esforzarse en la elaboración y presentación de platos ligeros.

Ensaladas muy coloridas para comenzar las comidas y para acompañar los segundos platos.

Originalidad al servir las frutas para disfrutar de un postre o un aperitivo dulce: frutas rellenas, en brochete, en papillote.

Más volumen, menos cantidad. Los caldos, las sopas, las cremas de verduras, las ensaladas y los postres que llevan frutas y yogures descremados son ejemplos de platos que, con un mayor volumen, aportan menos calorías. Por otro lado, varias investigaciones sugieren que se podría usar el tamaño de la vajilla para ayudar a un mejor control de la cantidad que se debe consumir. Usar platos y tazas más pequeños para servirse porciones más proporcionadas de los alimentos más energéticos es una forma segura de comer menos cantidad y menos calorías sin notarlo.

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